domingo, 5 de febrero de 2012

Capítulo casi 2, Las tartaletas y Margarita

Los grandes ojos verdes de Florihontas se abrieron de par en par mientras embelesada miraba ese manjar llegar a la mesa. ¡Hay tartaletas! ¡hay tartaletas! ¡hay tartaletas! decía sin tragar saliva Piruleta. Con los ojos como platos todos los chicos se levantaron de sus sillas aproximando sus pequeñas "naricillas" a los dulces. Todos a la par cerraron los ojos mientras aspiraban profundamente el aroma a recién hecho de uno de sus platos preferidos, las tartaletas de mora rellenas de merengue, recién sacadas del horno, con su hojaldre calentito y crujiente.
¡Chicos!!! sentaos bien a la mesa! dijo Teo y todos disfrutaron de ese almuerzo en uno de los lugares mas bellos del país de los Minimundos, con un sol radiante y el aroma de las tartaletas de mora.
Una vez recogida la mesa y con el estomago repleto nuestros amigos decidieron ir al estanque.
Margarita tenía entre manos darles una pequeña sorpresa y apenas podía contenerse y disimularlo. Saltaba, brincaba, se rascaba la cabeza, se tocaba la barbilla, de nuevo otro salto, otro brinco y todo sin mediar palabra. Que tendrá en la cabeza? se preguntaban los chicos en voz baja, pero Margarita ni se percataba de sus comentarios, el mundo que habitaba en su cabeza era mucho más grande que el mundo de los Minimundos.
Puro nervio, Margarita era totalmente incapaz de estar quieta, un remolino de emociones, ideas y ocurrencias, capaz de cansar al más incansable, capaz de inventar lo no inventado, reutilizaba, imaginaba, creaba, estar a su lado era sorprenderte a cada instante y lo mejor de todo es que Margarita disfrutaba haciéndolo porque su único objetivo era ver en los demás esa alegría que ella desprendía.
Después de un buen rato de caminata el murmullo del agua ya se escuchaba. ¡Ya estamos aquí! dijo Margarita dando un salto en el aire y abriendo los brazos al mismo tiempo. Los chicos se miraron entre ellos y encogiéndose de brazos y observando hacía un lado y otro sin entender muy bien lo que pasaba.
No busquéis nada, el secreto está aquí. Dijo Margarita. Nuestros amigos seguían sin entender que sucedía y sus caras eran por momentos más sorprendentes.
El secreto está en el estanque! no hay que buscar nada, ni inventar nada ni crear nada, les decía Margarita mientras sus grandes ojos oscuros les intentaban convencer de sus palabras.
¡Anais!!! gritó Margarita, a lo que los chicos asentando con la cabeza y con cara de alivio le contestaron al mismo tiempo: ¡Aaaahhhh!!
De repente un silencio silencioso recorrió todo el estanque, hasta los nenúfares dejaron de moverse y el Gran Nenúfar Azul miró de reojo a Margarita con cara de asombro mientras en ella se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja.
Perdona Margarita, dijo Piruleta, pero creo que no te hemos entendido nada de nada, hasta Anais llegamos pero ¿qué tiene que ver la pequeña princesa con el estanque?
¡Está clarísimo! ¿no lo veis? decía Margarita una y otra vez mientras a los chicos una vez más se les dibujaba esa cara de circunstancia.
Tenemos que traer a Anais al estanque y que se vea reflejada en el agua. Esa es la solución.
Sentados a la orilla del estanque, incluido el Gran Nenúfar se dispusieron a escuchar aquello que tenía en mente Margarita... (continuará)

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